viernes, 30 de enero de 2009

lunes, 26 de enero de 2009

Al borde la de la hazaña

Tres cuartas partes del partido duró el amago de la proeza. El líder, Ateltic Boadilla, equipo intratable y a quien no hay quien lo tosa contra Peca Tapa, un digno recién ascendido. Como decía Eduardo: "un partido así lo deciden los detalles". Y el detalle fue que el golpe franco que abrió el marcador vino precedido por una falta más que dudosa. Un golpe franco que a un metro del área, y con la calidad de los jugadores del Atletic Boadilla es una condena. Una condena a perder un partido en el que Peca Tapa mereció más, mucho más. Una condena a tener que sobreponerse siempre al lastre que supone no contar con portero. Y ese lastre, contra los mejores, es prácticamente insuperable. Pero sólo prácticamente.



Desde un primer momento, la estrategia para Peca Tapa estaba meridianamente clara. Se trataba de esperar en campo propio, cediendo la pelota para que el Atletic se empachara de ella. Mucha seriedad en defensa, muchas coberturas, mucha tensión atrás. Y los primeros minutos empezaron a pasar, mientras el Atletic Boadilla parecía tropezarse una y otra vez con un planteamiento inteligente llevado a la práctica con mucho rigor. Y más allá incluso. La previsiblemente única opción de Peca Tapa residía en los contra ataques, pero según fue avanzando el partido, los recursos ofensivos de Peca Tapa no se limitaban a lazar pelotazos y confiar en alguna carrera aislada. Muy al contrario, fueron ganando en confianza y haciéndose conscientes de que si alguna portería corría peligro, era la del Atletic. Fue Peca Tapa el que creó más peligro en la primera parte, incluso el que elaboró un fútbol más directo y en más de una ocasión pudo abrir el marcador. En particular, el portero del Atletic Boadilla sacó una mano fabulosa a un potente disparo que Miguel que había culminado una gran jugada muy bien trenzada. Llegar al descanso sin goles fue seguramente lo mejor que le pudo pasar al líder; fue como la campana que salva a un campeón casi noqueado contra un aspirante rebelde.

El segundo tiempo comenzó igual. Sobre el campo no existía esa diferencia que marca la tabla de clasificación. Hasta que en una jugada al borde del área, el árbitro señaló falta. Pudo haber sido falta, pero pudo no haberlo sido. Y ése fue el detalle. Golpe franco que entró como un obús tocando el poste. Todo el trabajo se había venido abajo, el milagro se desvanecía. Cruel final le esperaba a Peca Tapa. Haber estado cerca no era suficiente así que se volcaron contra la portería del Atletic. Y esos momentos de ritmo frenético el Atletic Boadilla supo jugar mejor sus cartas. Toda la incapacidad ofensiva mostrada hasta entonces se tornó en una sucesión de oportunidades. Entre ellas, un centro-chut-patadón desde el centro del campo, probablemente sin intención, y con la inestimable colaboración de Miguel en la portería se convirtió en la sentencia del partido.




Miguel, en su cantada particular del segundo gol

Y con otro rocambolesco barullo en el área llegó el 3-0. Por último, Carlos no faltó a su cita con el gol y dejó el marcador en el definitivo 3-1.

Lo que quedó claro es que Peca Tapa jugó de tú a tú al líder y que en esta ocasión los detalles no le fueron propicios. Sólo eso los separó de la hazaña.

miércoles, 21 de enero de 2009

domingo, 18 de enero de 2009

Y al final, cayó Numancia


Como si de una novela de suspense se tratara, el singular e inesperado desenlace del partido no ha podido ser más emocionante. Lo cierto es que Peca Tapa, que venía de encadenar varios partidos muy meritorios, no sólo en los resultados sino también en el juego, se había conjurado desde un inicio para no dejarse engañar por un rival cuya entidad no se ve reflejada con justicia en la grada. Efecto Césped aparecía con la vitola del eterno derrotado (ocho derrotas en ocho partidos) y con una pobre tarjeta de presentación defensiva (una media de seis goles encajados por partido). No obstante, y a pesar del empeño de Peca Tapa en resolver desde el principio, el partido ofreció un reparto de ataques y ocasiones alocado, más propio de un patio de colegio, donde el desorden se adueñó de todo el campo. Y precisamente el más beneficiado de este arranque caótico fue Efecto Césped, quizá porque tenía las (pocas) ideas más claras y en consencia creó más peligro durante toda la primera parte.
En el descanso, la arenga estratégica en el banquillo de Peca Tapa ordenó la situación, pero los buenos propósitos se fueron diluyendo con el paso de los minutos. La incertidumbre del resultado y sobre todo la sensación de que se estaba escapando una buen ocasión de sumar otros tres puntos comenzaron a hacer estragos en el criterio de organización de Peca Tapa. El segundo tiempo fue un monólogo de Peca Tapa, pero un monólogo de los malos. De los que sólo hacen reír de pena. Tras lo demostrado hoy, bien podría Peca Tapa rellenar una instancia al Campeonato de España de Tirar a Dar al Monigote, con muchas garantías de llevarse el título. Varias ocasiones desperdiciadas y el tufillo a incapacidad estaban haciendo mella. La buena noticia fue que al menos la conjura del empeño dio su fruto. Y a falta de ideas, hubo un derroche de ambición. Los últimos minutos fueron de una presión constante y relativamente bien ejecutada.
Cuando las esperanzas estabas casi agotadas, y cuando todos pensaban hacerse famosos por haber empatado a 0 un partido de fútbol 7, llegó al artista de la jornada, el salvador, el Capitán Trueno del área, Carlos, que en cuestión de dos minutos creó tres ocasiones: la primera, una internada en al área con disparo final que salvó Santa María del Poste; la segunda, una incursión en el área donde fue objeto de un clamoroso penalty que sólo el árbitro no vio; y finalmente la tercera, en el descuento (increíble concesión de un árbitro arrenpentido) logró revolverse en el área para reventar la numantina e infranqueable defensa de Efecto Césped. Un gol que vale tres puntos. Gran y épica recompensa a un trabajo con mucho empeño pero muy poco juicio. La fotografía del partido lo resume a la perfección.